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Infieles

Yo no sé si viví todos estos años en un mate mirándome el pupo, pero he notado que este fenómeno es de proporciones importantes. Desde que volví a mi soltería, me he encontrado con un grupo de hombres bastante particular: los infieles.

De novios, en pareja o casados, los infieles merodean como tiburones. Me los he encontrado en los más variados ámbitos y son de distintas procedencias. No encuentro un patrón lógico y deduzco que lo que los mueve a ser infieles es la necesidad de aventura. Debe ser un gen que traen de manera predeterminada que los lleva a buscar eso que no tienen o perdieron en el camino.

He visto -sin sorprenderme, debo confesar- que encuentran a un aliado importante en la tecnología. Cualquier aparato que les permita comunicarse, sobre todo de manera escrita, se ha convertido en su herramienta de piratería y ya sea por sms, mail o chat, armar una batalla está apenas a un “send” de distancia.

Tienen, he comprobado, una capacidad increíble para la actuación. Son los maestros de la doble vida. En la vida real son novios cariñosos, padres dedicados, esposos amables; y en la ficción son unos lobos alzados capaces de correr todo tipo de riesgo con tal de ver cumplidas esas fantasías que alimentan en secreto.

Veo, también, un gran poder de imaginación. Inventan las excusas más increíbles y convierten las mentiras más bochornosas en verdades indiscutibles. Desde el picadito con amigos el sábado a la tarde, la reunión con un cliente el sábado por la mañana, la salida a la montaña en bici el domingo, la juntada en la Arístides el miércoles para festejar el cumple de un compañero de trabajo, hasta ir a la casa de la madre que está de viaje para chequear la alarma un sábado a la 1 de la mañana.

20 minutos, una hora, una tarde, todo tiempo es válido para satisfacer el ego sexual, pues la mayoría sólo busca eso: sexo. Son pocos los que están dispuestos a dejar un hogar, una familia o una pareja por una amante. Algunos son muy meticulosos y cuidadosos de no ser descubiertos; otros son desfachatadamente evidentes, pero una vez que son descubiertos se la arreglan para tapar el percance y hacerlo desaparecer en el olvido.

Hay infieles ocasionales, que responden a una provocación con un sí temeroso y después se arrepienten toda la vida. Hay infieles full time, que tienen una amante fija durante años. Otros prefieren variar y van tirando anzuelos a cuanta pollera se les cruza por el camino. Y otros buscan la aventura en las calles de la cuarta sección; los más osados se paran en la esquina de las chicas de voz gruesa.

Sean del tipo que sean, los infieles son una especie que no parece estar en peligro de extinción. Lo que sí es seguro, es que más de uno se arrancará las vestiduras en un rapto de histeria cuando su mujer decida pagarle con la misma moneda.

Escrito por Miss Tica para la sección:

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