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Los caminos del vino | Segunda parte

Les contaba sobre el Bocha, cuando era niño y el encargo de su tía Pancha: ir a buscar a su tío Manuel Solás por «Los caminos del vino», es decir por los bares que pululaban en Las Heras allá por la década del sesenta, uno en cada barrio.

Pero si la búsqueda había sido infructuosa en Las Heras (previo preguntar a los almaceneros de la zona. “El Rengo”, “Don Epi”, “Los Guayama”, “Don Pascual”, “el Turco Emilio”, “el Nilo”, “Las Acuña” o la carnicería del Osvaldo Foschi) el paso siguiente era buscarlo en la “Ciudad” y la búsqueda comenzaba donde alguna vez su tío lo había llevado a comer pasteles fritos, en “Don Rojas”, en Entre Rios al 1600. Consultar al cafetero de la zona, el “Pajarito” siempre con sus termos y la bolsa con tortitas a cuesta “¿Dónde encontrar al tío guitarrero y cantor?”. Podía ser donde se servían las picaditas en el “Musical” en calle Rioja entre Buenos Aires y Entre Ríos… si era mediodía porque no, en los asados de “El Fogón”, San Juan casi San Luis. En lo de “Don Rojas” era casi una convención de talleristas, mecánicos, tapiceros (como “el Toledo”, poseedor de un record de 20 pasteles y 18 botellas de cerveza). En el Musical era “taita” el Perro Herrera vendedor de seguros de Meschini, siempre con picardía buscándole sobrenombre a otros, como ser “Indio Traidor”  por ser amigo del blanco) a quién se le preguntaba.

¿Más lugares a buscar? El bar “El Argentino” en Córdoba y San Juan, ahí se jugaba a las cartas y también al dominó. Cita obligada de los peluqueros era “Los Cuarenta Oficiales” ó café “Puerto Rico”, Córdoba casi San Martin, habitué de los taxistas que hacían ahí su parada. “El Palacio de la Papa Souflé”, Godoy Cruz y San Martin…. y pegando la vuelta, pasando el cementerio de los municipales, Moreno y Bogado el boliche “El Curybor”. Allí Manuel, no solo cantaba y tocaba la guitarra, era bueno para el recitado ante el respetuoso silencio de los presentes que pagaban la “vuelta”.

Medio como finalizando su relato, dice el Bocha, que por códigos no escritos, había que decir que su tío lo había encontrado a él, un hombre no iba a permitir que la mujer lo anduviera buscando y menos que un niño lo encontrara. Dice el Bochita -un niño en ese periplo- que  jamás nadie le ofreció tomar o pagarle una copa, siempre le dijeron “tómese un refresco y prepárese para cuando sea grande”.

“Los Caminos del Vino”, como decía el viejo amigo Furlani son también “nostalgias de hechos y personajes”. El Bocha (Alejandro Jofré) ya pasó la barrera de los sesenta pero guay que alguien le diga sexagenario…

Continúa el lunes…

Escrito por Oscar «El Chino» Zavala para la sección:

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