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Los típicos gatos del boliche

Mendoza tiene una dinámica muy particular en cuanto a su vida nocturna. Desde hace unos cuantos años comenzaron a surgir lugares especiales para que personas de treinta y alrededores tuvieran dónde recrear la vista, compartir con sus amigos, conocer gente nueva, comer algo rico, escuchar música, tomarse unos tragos y algo más. Algunos separados y divorciados con la necesidad de ‘volver al ruedo’ y otros ‘eternos adolescentes’ que no sientan cabeza dieron auge a la nueva generación de bares y boliches para los pasaditos de treinta.

Son varios ya los lugares frecuentados por estos personajes nocturnos. Lo llamativo de este fenómeno, es que, en su mayoría, los concurrentes son siempre los mismos. Las mismas caras, en los mismos lugares, jueves, viernes y sábado. Los jueves en algún after office, los viernes en un boliche de Chacras, los sábados en la fiesta electrónica o en el de El Challao, y los domingos volvemos a Chacras.

Entre los asiduos a estos lugares se destaca un grupo muy particular: las ricas de la noche.  Las hay de todas las edades, pero van en auge las mayores, a las que ya se les empiezan a notar algunas marquitas de la edad. Las vemos en todas las fotos de todas las páginas de todos los boliches y bares mendocinos y en todas las redes sociales. ¡A veces hasta las ves en tres lugares distintos en la misma noche!

Sus características las hacen inconfundibles: pelo largo, llamativo, cuidadito y peinadito de peluquería, nunca una mecha fuera de lugar; cuerpo de modelo, resultado de 5 días de gimnasio a la semana, 3 de plataforma y pilates, 2 de masajes y ozonoterapia,  bici y correr todos los días; maquillaje de revista Cosmopolitan, con ojos esfumados y pestañas postizas gracias al curso de maquillaje; todo eso enfundado en un minivesditido hiperajustado por el que desbordan dos melones perfectos gracias al push-up o a la gracia de Mirablanco y transportados por dos tacones de 15 cm. Siempre visten ‘a la moda’, mostrando su generoso cuerpo esculpido.

Por lo general, tienen páginas de Facebook públicas donde suben 12 mil selfies al día mostrándose en el trabajo, en el gym, en el spa, en la playa, en el boliche y en el ascensor con poca ropa y donde reciben 17.500 ‘Me gusta’ de sus 3 amigas y de los 17.497 babosos que les quieren dar masa gratis. Se autodenominan ‘deportistas’ cuando lo que profesan no es amor a ningún deporte, sino una obsesión perfeccionista con sus cuerpos para que el finde la mini les quede divina. Por lo general, tienen trabajos pedorros que les permiten pagar un alquiler entre 4 amigas y dedicar el resto de su ingreso y su tiempo a comprar ropa, zapatos, sesiones de spa y peluquería.

Les encanta, obviamente, la atención masculina tanto como la femenina. De los hombres obtienen las miradas y los piropos, de las mujeres la envidia y los comentarios maliciosos. Son la atracción donde quiera que vayan y se mueven por todos lados en grupitos de 3 o 4.

Conocen a todo el mundo en todos lados, obvio, porque ya hemos dicho que son siempre los mismos, pero sólo tienen acceso a ellas aquellos que ‘puedan pagarlo’. Y mal que les pese, chicas, llegan hechas unas reinas, histeriqueando como si fueran damitas de alta alcurnia y terminan revolcadas en el asiento trasero del auto del chabón de turno que les hizo el aguante con la histeriqueada y pagó los correspondientes tragos toda la noche.

No se ofendan si las llaman ‘gatos de boliche’, porque en la actitud está la clave: si te pasás la vida trabajando tu cuerpo para mostrarlo en vivo y por las redes sociales porque te encaaanta que todo el mundo te diga lo rica que estás, ¿Qué esperás? ¿Que pensemos que venís a debatir sobre filosofía? No, mami, el 99.9% de las personas sólo va a ver lo que mostrás: un pedazo de carne muy apetecible.

Suerte. Besitos en la frente.

Escrito por: La Amiguita, para la sección…

 

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