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Me declaro pecadora

He aquí que me declaro pecadora, Dios mío si me escuchas hoy levanto mi voz y me juzgo antes que tú lo hagas, puesto que he pecado y lo hice consciente de mi futura e inevitable condena… Un día cualquiera, sin intención alguna mis ojos se cruzaron con los suyos y allí comenzó mi perdición. Pude sentir el deseo al clavar mi mirada en esos ojos verdes perfectos de pestañas claras y por momentos supe endulzarme el alma al verlos transformarse en miel con la luz del sol.

Caminábamos mucho en esos días, yo con orgullo y soberbia tomaba su mano, como quien se aferra a lo imposible, soñando con el paraíso prometido y tratando de alcanzar el cielo en sus manos, cada tanto supe apropiarme de su boca, como un imán que me atraía hacia su cuerpo, así pudimos regalarnos tardes enteras de lujuria y pasión, ¡Dios! No había pecado más delicioso que descansar en su espalda, agotados y sin más que decir, sin más que hacer que mirarnos… era el principio de mi fin. La gula nos invadía, no podíamos contentar al alma… La comida mezclada con sexo, el sexo se mezclaba con cariño y mi cariño se iba mezclando con amor, un amor que lo alejó de mí, sé que no quería lastimarme, así fue que lo perdí.

Los días se volvieron oscuros, y sin la miel de sus ojos, amarga se volvía mi vida. No sabía levantarme de la cama, esa maldita cama vacía… todo era en vano, la pereza me invadía, lo había perdido y ahora mi paraíso le pertenecía a ella, otra se perdía en sus brazos, otra se robaba mis besos en las esquinas. Sentía envidia, cuánto odiaba a esa maldita, no tenía idea de lo que me quitaba, se estaba llevando una parte de mí y por cada foto juntos que mis ojos veían podía sentir mi sangre hervir de ira, ella no lo merecía, aún no se si lo merece sólo sé que yo tampoco, a veces me desespero y lo busco, si tengo suerte encuentro palabras que nos recuerdan aquellos días, con avaricia busco sus cumplidos y un poco de afecto…me he condenado Señor, en sus brazos encontré el pecado y hoy me quemo en el infierno de su ausencia, una eternidad de sufrimiento sólo por haberlo amado.

Escrito por Melina para la sección:

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