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Periodismo, una profesión en vías de extinción

Cada vez se forma un mayor número de periodistas o comunicadores sociales universitarios, y no dudo de que sepan ejercer el periodismo propiamente dicho en su concepción más pura. De lo que sí estoy segura es que esa noble tarea, desgraciadamente, es la que menos prensa tiene. Y va en rápido detrimento.

Parece algo contradictorio, pero no es así. En un periódico, radio, noticiero o página web; cada vez es más difícil encontrar un trabajo periodístico de pura cepa, donde el profesional dedicó horas, días o meses investigando en papel o en la calle, juntó toda esa información y a partir de ella y su propia experiencia personal ordena y expone los hechos de la manera más fiel y seria posible. Lo normal es leer exactamente la misma noticia de dudosa procedencia en varios medios (las variaciones entre una y otra podrían ser las mismas que entre dos carpetas de alumnos del mismo curso), dicha al derecho y al revés, y luego miles de comentarios de entrevistados de cierto renombre sobre ella. Los medios actuales no reparan mucho en la veracidad de la noticia, más bien evalúan el impacto de los titulares en los incautos lectores, y no tienen vergüenza en publicar la noticia exactamente opuesta a los días u horas sin ningún tipo de mea culpa.

Analicemos por ejemplo, cualquier noticiero local. Tenemos en principio, la repetición así como viene de las noticias porteñas. Luego, la producción local que consiste en ir contando los muertos por accidentes o los muertos por robos que van en el año. Si tenemos suerte, alguna entrevista a un político donde se le pregunta sobre los titulares de los diarios. Después viene el importantísimo caso que tiene en vilo a la población sobre el oso que se robó un tacho de basura en Wisconsin o la viejita que baila capoeira en Atlanta. Por último la quiniela y el pronóstico. Chau noticiero. Predecible hasta el caracú.

En el diario es lo mismo. Por ejemplo el de mayor tirada, Los Andes. Las primeras páginas son repetición de los artículos de Clarín, con alguna intromisión de una entrevista obsecuente local con el político o empresario que haga mérito suficiente (con el medio, claro está). Muchas noticias de titulares rimbombantes y contenidos nulos, como aquellos siempre recurridos de “El Papa se acerca a los gays” o “El Papa condena a los gays”. Luego, las larguísimas columnas de opinión de unos cuantos amigos de la casa, en general bastante conservas, pero por lo menos son “de opinión” y uno ya sabe a qué atenerse. Casi al final tenemos los accidentes de tránsito que si uno lee también en el UNO ve que lo único que coincide es el nombre del fallecido o internado, el resto parecen dos noticias diferentes. Como siempre dejan para el final un chiste, el pronóstico y la quiniela. Y la cabeza hecha un bombo.

Por último, los medios online. De cada 10 noticias 8 son una reverenda pelotudez onda “se prende fuego el pelo mientras canta La Cumparsita”, “Cómo evitar que tu jefe se de cuenta que llegaste tarde”, “Rihanna más caliente que nunca”; y las otras 2 son políticas, descaradamente en contra o vergonzosamente a favor del personaje según de qué línea sea. Ya más que periodistas me imagino que contratarán “secundario completo, manejo de Ctrl+C y Ctrl+V”. Muchas de las noticias copipegadas son originadas del diario on line Perfil.com por un “periodista” que usa un nombre falso con una foto falsa de un cuarentón con lentes; y en realidad es un joven treintón bronceado gracias a sus múltiples vacaciones anuales y su nombre real figura como autoridad de dicho medio. Con ese seudónimo firma notas atrevidas basadas en “fuentes”, ¡qué harían los pseudoperiodistas actuales sin las famosas fuentes que les dan derecho a decir cualquier barrabasada!

Es tanto el desparpajo e informalidad de la hemorragia de noticias vertidas en medios “serios” que Crónica TV tuvo que volverse casi un canal para mayores de 18. Sus titulares de hace 10 años ya podrían salir hoy en TN o C5N tranquilamente. Estos y otros medios a veces para legitimar una noticia que raya en lo inverosímil acuden a su regimiento de cuentas de Twitter que viralizan una foto con la información deseada, y luego el noticiero-diario-sitio web se hace eco de la “gran repercusión en las redes sociales” y ya no importa más nada. Vox populi, vox Dei. Lo que nunca vamos a saber es qué tan “populi” era esa “vox”.

El problema lo tenemos los lectores, que todavía inconscientemente creemos que la mujer debe ser más limpia y recatada que el hombre, y también que lo escrito por los medios de comunicación es resultado de investigación profunda sobre hechos reales. Entonces empezamos a interiorizar el pensamiento de que Miguel del Sel es un referente político y que Rial es un filósofo contemporáneo. Nuestras conversaciones son una interminable repetición (casi con las mismas palabras) de las opiniones de grandes panelistas ilustrados como Vilouta o Brancatelli. La moderadora de debates políticos es Mirtha Legrand y Schultz es el vocero presidencial.

El periodismo real todavía existe, y se agita donde puede en radios o canales del estado o universitarios. Tienen poca prensa porque tienen poco rating. Va a llevar mucho tiempo, y vamos a hacer ganar a empresarios inescrupulosos muchos millones, antes de que dejemos de consumir la mierda que nos tiran y apartemos los ojos y oídos de las noticias fáciles, o las morbosas, o las de color, o las falsas. Porque lo peor de todo es que tal bombardeo de noticias inútiles no es inocente. Tiene como fin último, además de ganar dinero con poco trabajo, el tenerte la cabeza tan congestionada con basura que las verdadera información que nos interesaría o bien no se publica, o bien pasa desapercibida al lado de la masacre de osos panda de peluche que protagonizó el novio chino (que engordó a su novia) en un acceso psicótico.

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