/Te obligo a quererme y vos que me querés, andate

Te obligo a quererme y vos que me querés, andate

– Buenos días

Ella no responde. Se levanta. Lo saluda.

– ¿Nos vemos mañana?

– Si a vos te pinta…

– ¡Si dale! ¡Y a ver cuando me escribís!

– Dale

Ella se aleja. Él se queda mirándola hasta que la pierde de vista.

Al rato revisa su watsap. Nada. Aumenta su foto de perfil. La mira. Le sonríe.

En eso le llega un mensaje. Una chica. Muy dulce. Lo quiere. Él no lo siente así. Pero le gusta ese tipo de cariño a pesar que no es de quién ocupa su fondo de pantalla de su celular.

– ¡Hola!

– Ey. ¿Todo bien vos?

– Bien. Cansado.

– ¡Siempre estás cansado! ¿Cuando nos vemos?

– Dejame que me organice. Finde quizás

– Ok, ¿me avisas?

– Dale, te aviso

– Genial, que tengas un lindo día 🙂

De alguna forma él se siente mal. No le dijo que pasara un lindo día a ella también. Se le pasó. No lo sintió. No se dió cuenta.

¿Porqué nuestra naturaleza siempre nos empuja por caminos complicados?¿Acaso no debería ser parte de nuestro instinto buscar lo mejor y más fácil para nosotros? ¿Porqué insistimos en buscar cosas en lugares donde no existen?

Pero nos encanta complicarnos. Tenemos quien nos reciba con un abrazo, pero obligamos a otro a abrazarnos; tenemos quien nos regale un beso, pero nos encanta sacárselo a otro con insistencia; tenemos quién nos piense, pero nos esforzamos para entrar en el pensamiento de otro.

¿Y si nos permitiéramos relajarnos y recibir el afecto de quién lo tiene y no crearlo en quienes se lo dan a otro? Quizás todo sería mucho más fácil.

Y claro, son esas batallas que gana el corazón mientras la mente desde arriba se rie y nos grita «¡AGUANTATELÁS GIL!».

Mirás arriba y le gritás «¡LA PRÓXIMA TE HAGO CASO A VOS!», sonreís y seguís caminando, mientras mirás en el watsap que ella está en línea. Pero no con vos.

Escrito por Juan Carlos para la sección:

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