/Un poco de teología en el mes de la liberación (parte 1)

Un poco de teología en el mes de la liberación (parte 1)

Estimados hermanos: No quisiera que en este mes de celebración olvidáramos la palabra del Señor. Pero, dado que este mes es sobre Nosotros (y que si no somos narcisistas parece que nos cagamos en las tesis de Freud), hablemos de lo que el «Señor» dijo sobre «Nosotros»:

Como puede leerse en “Homosexuality and religion”, enciclopedia editada por Jeffrey S. Siker; hay tres textos en el antiguo testamento que aluden a la “homosexualidad”. Estos son: 1- La historia de Sodoma y Gomorra en Génesis 19, 2; 2- La prohibición de las relaciones entre hombres en Levítico 18 y 3; y 3- El castigo de las relaciones entre hombres en Levítico 20.

1 – En la historia de Sodoma y Gomorra el personaje principal es Lot (un primo de Abraham), que vive en Sodoma. Dios ya ha decidido destruir la ciudad a causa de la “debilidad” de su gente. Lot le ha rogado a Dios por la gente “buena” de Sodoma, y Dios le ha prometido que no destruirá la ciudad si encuentra, por lo menos, a diez. La historia que sigue, por supuesto, sirve para demostrar lo justa que era la decisión de Dios. La historia empieza con la llegada de dos ángeles (en la forma de dos extranjeros) a la ciudad. Lot, observando las leyes de la hospitalidad, les ofrece su casa. Los ángeles aceptan. Pero esa noche, los hombres de la ciudad rodean la casa de Lot y le piden que les entregue a los dos hombres “para que puedan conocerlos” (el termino hebreo es yadah). La respuesta de Lot es desconcertante: “Les ruego, hermanos, no actúen tan débilmente”. El hecho de que Lot hable de “actos débiles” (débiles también en el sentido de bajos) de parte de esos hombres sugiere (para la interpretación tradicional) que éstos tenían la intención de violar a los angelitos (así como lo leen). El fundamento es el siguiente: el término “conocer” (yadah) admite, entre otras acepciones, la de “tener relaciones sexuales”. El sentido sexual del termino aparece en la siguiente línea de Lot: “Miren, tengo dos hijas que no han “conocido” a hombre alguno; tómenlas, y hagan con ellas lo que quieran; solo no les hagan nada a estos hombres, pues están bajo la protección de mi techo” (las licencias poéticas son mías). Y la historia se complica ¿de verdad este “hijo de dios” le ofrece sus dos hijas vírgenes a un grupo de violadores? Cuando los hombres rechazan el ofrecimiento de Lot y deciden ir por los ángeles, éstos los dejan ciegos. Los ángeles destruyen la ciudad, todos mueren menos Lot y su familia (sacando a su mujer, que, por supuesto, desobedece las ordenes y es castigada con la muerte), etc., etc. Happy ending a la judía. Ahora: la interpretación tradicional entendió las relaciones homosexuales de esta historia como la expresión última de la “degeneración”, del estado de decadencia moral a que había llegado la ciudad. Y Sodoma pasó a la historia como “Las Vegas” del mil a. C. “Sodomía”, “sodomita”, “sodomizar”: la ciudad impuso la primera “sex trend” de la historia y, como quien no quiere la cosa, el primer gay-style: jewish hard-core. No obstante todo esto, en los últimos años la interpretación tradicional ha sido cuestionada. Primero: para muchos académicos (continúa la enciclopedia), dios no castigó las relaciones entre hombres en general; sino sólo las relaciones no-consensuales (en otras palabras, si los angelitos hubieran querido salir a jugar, ahí no hubiera pasado nada). Segundo: Los sodomitas violaron (y esto es cierto) una de las leyes fundamentales de todas las civilizaciones del Mediterráneo antiguo: las “leyes de la hospitalidad” (recordemos que la guerra de Troya también empieza por la violación de estas leyes); la historia de Sodoma (concluyen los académicos) parece tener más que ver con el castigo de la violencia sexual y la inhospitalidad que con la homosexualidad.

En Jueces 19, 14 – 19, 29 se lee una historia parecida: Un levita visita la ciudad de Gibeah con su mujer. Un anciano de esa ciudad le ofrece hospitalidad. El levita acepta. Esa noche, los hombres de la ciudad se presentan en la casa del anciano y le demandan que les dé al hombre (de nuevo, lo querían “conocer”). El anciano se niega, pues el hombre está bajo su protección; y les ofrece, en cambio, a la mujer del levita y a su propia hija virgen. Los ciudadanos toman a la mujer y la violan hasta matarla. Dios ni se entera.

Entonces, para concluir: primero: la industria turística le debe más a Dios de lo que todos pensábamos; y segundo (esto es importante): cada vez que les digan que un judío los quiere “conocer”; ustedes, pase lo que pase ¡corran!

¡LOVE YOU BOYS!

Hasta la siguiente enseñanza. Y no se alejen del camino del Señor (que, por lo visto, tampoco esta tan mal).

Escrito por “Otro filósofo gay” para la sección:

ETIQUETAS: