/Vicio legal, vicio bueno

Vicio legal, vicio bueno

El vicio es el enemigo de la organización; la organización la mejor amiga del hombre. Así, pues, el vicio es el peor enemigo del hombre.

Ahora, no confundamos el vicio con la costumbre. La costumbre, que puede ser buena o mala, no es otra cosa que la periodicidad con la que se practica el vicio o la virtud. Digamos que un hombre puede tener la buena costumbre o virtud de concentrarse en clase o la mala costumbre o vicio de dormirse en los laureles de la distracción. Me preguntará entonces el vicioso, así como si fuera a confundirme o, como decimos en España, a pillarme:

—Y ¿quién dice que dormirse en los laureles sea malo? El sistema educativo es una… —y ahí le soltará algunos disparates, quizá verdaderos, que nunca justificarán la falta de atención.

Así es el vicioso, dado a la justificación y a la meditación de los más remotos argumentos. Depende el vicioso de su vicio y así quiere hacérnoslo entender, quiere que comprendamos que el vicio no es malo y, si lo es con evidencia, quiere que creamos que debemos dejar que la gente se vicie legalmente. No, señor, ya venimos a este mundo con demasiadas dependencias: respirar, nutrirse, dormir, no le añada usted más.

Pero así es el ser humano. Se muere el mismísimo Diablo, va el hombre al entierro y dice compungido:

—Pobrecito, en el fondo era bueno. El diablillo era sólo un solitario desesperado que intentaba llamar la atención.

Con muchas de esas declaraciones, las que empiezan por «en realidad» o «en el fondo», se pierde la humanidad. Con tales declaraciones de dicho comienzo legalizaron los gobiernos, digamos el de España, el tabaco; claro, hasta que a la Seguridad Social de España le empezó a costar más tratar los cánceres y las enfermedades del vicio que lo recaudado con los impuestos. De repente, el vicio ya está prohibido en locales, colegios, parques etc. La imposición del tabaco sube y el consumo baja. Solucionado. Así con la bebida, cuando hubo más cirrosis que sobrios y más accidentes automovilísticos que bares, deciden multiplicar los controles, las multas, eliminar la publicidad del alcohol y rebajar la graduación. Ahí vienen las multas, ya se puede pagar por el enfermo y mantener la economía. Así se le presenta a España la legalización de la marihuana. Dice el vicioso que en Oregón el crimen ha bajado tras la legalización; digo yo que cuando el crimen se hace legal, ya no hay crimen. Más aún, a Estados Unidos no le importa el dinero que usted se gaste en el hospital, sino las tasas que usted le pague al gobierno para pagar el ejército y sus satélites. En España, verá usted al gobierno estudiar la oferta, la demanda, y si le sale rentable el incremento de enfermos en la Seguridad Social con la imposición; cuando le salga rentable económica y moralmente, verá a España vender marihuana en el supermercado.

Así se contentará el vicioso porque el gobierno ha legalizado su vicio y lo ha hecho bueno. Y así se contenta el gobierno porque ha legalizado al vicioso y lo ha hecho rentable económicamente y electoralmente. Es decir, legalice la heroína, el cristal y la cocaína en Estados Unidos, pues ¿no somos libres de viciarnos?, y se arruinará el país convirtiendo a los hospitales en bancos; ahí irá todo el dinero. Se salvarán Colombia y México, sin embargo, de toda la corrupción, y ahí se harán líderes del comercio entre norte América y Sudamérica. Legalice lo mismo en España y la sanidad se privatizará, pues el Estado no puede pagar por tanta enfermedad; más tarde, España será tan miserable como Estados Unidos. No obstante, vea usted como Colombia y México no legalizan con lo que comercian legalmente.

Así es el vicio, un negocio legalmente organizado, pero biológica e individualmente desorganizado. Hay muchos vicios y algunos de ellos, aunque extremadamente inhumanos, fueron legales y socialmente más que aceptables; dígase la esclavitud, por ejemplo, el racismo y el machismo.

Legal no es sinónimo de bueno. El vicio legal, como por ejemplo la guerra, el genocidio y la droga, es la mayor aberración humana.

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