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La Carta

1A

Antes que nada, mi nombre es Jorge Martínez y quiero contar mi historia a través de este frío papel y lápiz.

Todo comenzó un día normal, yo me levantaba muy temprano para ir a trabajar, mi mujer y mis hijas dormían. Baje a la cocina, desayune, me cambie para al fin partir, entre a la habitación de mis hijas bese sus calidas mejillas, bese a mi esposa que había despertado y partí a cumplir con mi labor.

Me sentí algo extraño cuando salí de mi casa, una sensación rara, pero no le di mucha importancia. Llegue a mi trabajo, no lo mencione antes, pero soy periodista. Todo parecía normal y transcurría con una dudosa rutina, finalmente llega la hora de regresar a casa.

De camino a mi hogar una mujer muy anciana me frena y me pregunta por una calle que yo no conocía, ella se acercó al auto y de inmediato le anuncia que no sabía la calle que ella buscaba. Se quedó callada observándome muy fijo me pregunto sobre una cadenita de plata en forma de Cruz que yo lleva sobre mi cuello pregunto:

  • ¿Esa cadenita es de plata?

Yo le conteste que si, la mujer quedó en silencio unos segundos y me dijo hijo tenés que ir a hablar con alguien y se marchó. Miro mi cadenita y para mi sorpresa estaba algo negra al principio entre en pánico pero luego no le di mucha importancia y me dirigí hacia mi hogar.

Llegue a mi casa estuve toda la tarde con mi familia, no le conté a mi mujer lo sucedido con aquella anciana y todo iba normal. Mis hijas jugaban y mi señora y yo veíamos televisión. Luego de un rato, fuimos a dormir por que al otro día yo tenía que trabajar muy temprano.

Al día siguiente, me levanté un poco más temprano de lo habitual. Mientras me lavaba los dientes, escuché un ruido que venía del comedor, para ser más exacto era el ruido de sillas arrastrándose, lo cual era raro porque en casa dormían todos. Salí del baño rápidamente y todo estaba normal, las sillas estaban en su lugar y no había nada roto, “debo estar loco” pensé. Tomé dos tragos de mi café y marche hacia el trabajo.

Mientras manejaba comencé a sentirme muy mal, pero muy mal,una especie de mareo y sofocación. Me orille y espere un poco que se me pasará para regresar a mi casa, la descompostura era tan fuerte que decidí faltar al trabajo, Regresé a mi hogar, estacione mi coche y cuando baje volví a sentirme mal pero aun peor. Entre desesperado a la casa buscando a mi mujer para que llame al doctor, pero no estaba y las niñas tampoco. Recorri toda la casa y no estaban,  cada vez me sentía peor y decidí bajar al sótano a ver si estaban jugando allí, aunque se los tenía prohibido.

Cuando bajo me encuentro con un cuadro oscuro, una escena y atmósfera muy tenebrosa. Un grupo de ocho o nueve personas vestidas de negro con capuchas y capas largas que hablaban en un idioma raro y escalofriante. En el momento que notan mi presencia, vienen hacia mi. La vista se me comenzó a nublar y sentía ganas de gritar, pero no podía hacerlo, el aire escaseaba y me desmayé de la descompostura.

Cuando desperté me encontré en el sótano solo, subí buscando mi familia desesperadamente y no los encontré.  Decidí ir con la policía. Cuando estaba saliendo por la puerta volví a sentirme mal, mucho peor que en la noche anterior, Mi vista comenzó a nublarse y por el espejo retrovisor veo que aparece por la entrada una de estas personas que había en el sótano de mi casa, Salí del auto y corri como pude hacia la puerta trasera y aprecio otra me pegue la vuelta. Mientras corría miré al interiór de la casa por la ventana y noté que la casa estaba llena de estas personas.  Cuando me di cuenta, estaba rodeado por todos ellos y muy mareado y volví a desmayarme.

No se que es lo que sucedió, hasta me da vergüenza decirlo pero cuando desperté tenía a mi hija menor en mis brazos, ensangrentada, con el cráneo partido en dos y en mis manos había un martillo repleto de sangre, Mi mujer y mi hija mayor desolladas y mutiladas en el piso, no sé qué es lo que pasó, no sé cómo sucedió solo sé que quien les hizo terrible atrocidad fui yo.

Estoy devastado, prófugo de la justicia. Ellos saben que fui yo, yo sé que no quise hacerlo. Estoy lejos, muy lejos de Argentina y escribo esta carta para decir una sola cosa: SOY INOCENTE.

Escrita por: J.M.

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